Uno de los principales objetivos al visitar un Spa, Balneario, Centro Wellness… es dejarse llevar por los sentidos, variar la monotonía (que no la rutina) y recuperar salud tanto física como psíquicamente.
No obstante, dentro de los propias instalaciones, normalmente se especifican determinados recorridos para que los usuarios puedan obtener el mayor beneficio siguiendo un orden de estaciones determinado que vaya estimulando distintas zonas del cuerpo de forma progresiva y no se produzca ningún cambio brusco.
El contraste de aguas, o terapia de contraste, es una técnica de hidroterapia utilizada desde tiempos antiguos para mejorar la salud y el bienestar. Hoy en día, esta práctica ha ganado popularidad, especialmente en el ámbito deportivo, gracias a los beneficios que aporta para la circulación, el sistema nervioso y la recuperación muscular. A lo largo de este artículo, exploraremos en qué consiste la terapia de contraste de aguas, cómo funciona, y qué beneficios puede ofrecer a quienes la practican.
¿Qué es el contraste de aguas y en qué consiste?
El contraste de aguas implica la inmersión del cuerpo, o partes de él, en agua caliente y fría de forma alternada. Esta terapia se basa en el principio de que las variaciones en la temperatura del agua pueden generar diferentes respuestas fisiológicas en el cuerpo.
Generalmente, la técnica consiste en pasar entre 3 y 5 minutos en agua caliente (a unos 37-40°C), seguido de 1 o 2 minutos en agua fría (a unos 10-15°C). Este ciclo puede repetirse varias veces, dependiendo de los objetivos de la persona y las recomendaciones del terapeuta o entrenador.
La idea detrás de este contraste es estimular la circulación sanguínea y el sistema linfático, lo que promueve una serie de beneficios que mejoran la salud física y mental. La alternancia entre el calor y el frío provoca la expansión y contracción de los vasos sanguíneos, mejorando el flujo de sangre y oxígeno en el cuerpo.
Los cambios de temperatura en los tratamientos de hidroterapia
En los tratamientos de hidroterapia existen distintos tipos de aplicaciones de agua: fría, templada y caliente. Dependiendo del efecto que se desee conseguir, pueden alternarse unas y otras. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los cambios de temperatura del agua pueden ser peligrosos para aquellas personas que sufran de afecciones cardiovasculares.
Agua fría
Las aplicaciones de agua fría se realizan de forma general sobre el cuerpo previamente calentado y en un entorno relativamente caliente. Así, se consigue que el metabolismo se estimule, favoreciendo el flujo sanguíneo y la musculatura. Normalmente, la temperatura del agua suele estar en torno a 12-16ºC.
Agua tibia
Por su parte, el agua tibia incide en el sistema nervioso para conseguir un efecto inmediato de relajación parecido a la sedación, e incluso provocando cierta somnolencia. La temperatura a la que se suele aplicar es de entre 26 y 30ºC y se suele utilizar en bañeras o jacuzzis de agua tibia, con suaves masajes sobre la piel.
Agua caliente
Finalmente, los beneficios de las terapias de agua caliente son aún superiores al resto, ya que si se aplican durante un período largo de tiempo resultan estimulantes y, si se realiza en sesiones más cortas, son sedantes y relajantes.
Además, la elevada temperatura del agua facilita el proceso de transpiración y sudoración, mediante el que se eliminan toxinas, líquidos sobrantes y células muertas. La temperatura tiene que ser superior a la del cuerpo humano, por encima de los 36ºC.
No obstante, y a pesar de los beneficios que pueda tener la aplicación de aguas a diferentes temperaturas por separado, el contraste ente frío y calor es lo que realmente estimula la corriente sanguínea, pudiendo tratar además afecciones de las articulaciones y de las extremidades.
Beneficios del contraste de aguas
El contraste de aguas tiene un amplio rango de beneficios, tanto para personas que buscan mejorar su rendimiento físico como para quienes desean mejorar su bienestar general. Algunos de los principales beneficios del contraste de aguas incluyen:
Mejora de la circulación sanguínea
Uno de los efectos más notables del contraste de aguas es la mejora en la circulación sanguínea. El calor dilata los vasos sanguíneos, permitiendo un mayor flujo de sangre hacia los músculos y órganos, mientras que el frío provoca su contracción, lo que ayuda a empujar la sangre de vuelta al corazón.
Esta alternancia mejora la oxigenación de los tejidos y contribuye a una mejor eliminación de toxinas, además de favorecer la salud cardiovascular.
Alivio de la inflamación y el dolor muscular
El agua fría es conocida por su capacidad para reducir la inflamación y aliviar el dolor muscular. Al alternar con el agua caliente, se maximizan estos efectos, ya que el calor relaja los músculos y el frío reduce la hinchazón.
Esta terapia es especialmente útil para los atletas después de entrenamientos intensos, ya que acelera la recuperación y previene lesiones. Incluso para personas que no practican deportes, el contraste de aguas puede ser una excelente manera de aliviar el dolor crónico o tensiones musculares.
Estimulación del sistema inmunológico
El contraste de temperaturas también puede tener un efecto positivo en el sistema inmunológico. La exposición al frío activa la producción de glóbulos blancos, que son esenciales para combatir infecciones y enfermedades.
Además, el aumento en la circulación favorece la movilización de células inmunitarias a través del cuerpo, mejorando su capacidad de respuesta ante patógenos.
Mejora del estado de ánimo y reducción del estrés
El contraste de aguas no solo beneficia al cuerpo, sino también a la mente. La alternancia entre agua caliente y fría puede activar el sistema nervioso simpático, que es responsable de la respuesta de «lucha o huida». Esto puede ayudar a mejorar el estado de alerta y concentración.
Además, la inmersión en agua fría se ha relacionado con la liberación de endorfinas, las llamadas «hormonas de la felicidad», que contribuyen a mejorar el estado de ánimo y reducir los niveles de estrés.
¿Cómo practicar el contraste de aguas de forma segura?
Es importante tener en cuenta algunas recomendaciones antes de empezar con la terapia de contraste. ¿Cómo practicar el contraste de aguas de forma segura? Te preguntarás.
En primer lugar, se aconseja comenzar con ciclos cortos, de alrededor de 3 minutos en agua caliente y 1 minuto en agua fría, para permitir que el cuerpo se acostumbre al cambio de temperatura. También es esencial consultar con un profesional de la salud antes de comenzar, especialmente si se padecen problemas cardiovasculares, ya que los cambios bruscos de temperatura pueden ser contraproducentes en algunos casos.
Si bien el contraste de aguas puede realizarse en casa, en bañeras o duchas, algunas personas optan por centros especializados donde se dispone de saunas, baños de hielo o instalaciones diseñadas para esta práctica.
Jacuzzis templados y calientes y pozos de agua fría
La mayoría de los spas cuenta con jacuzzis templados y calientes y los denominados pozos de agua fría. En la práctica, este circuito consiste en sumergirse en el jacuzzi caliente unos minutos (3 aproximadamente), luego rápidamente en el pozo de agua fría durante aproximadamente un minuto y de nuevo sumergirse en el caliente, alternando la operación hasta completar un máximo de 15 minutos.
Sobre la marcha, el usuario nota los efectos estimulantes del contraste y el sistema empieza a reaccionar positivamente a esta alternancia. La temperatura del agua que se va a utilizar debe oscilar entre los 16 y 18ºC (la fría) y entre 38 y 40ºC (la caliente).
Otra manera de aplicar el contraste de temperaturas es mediante las denominadas duchas de contrastes, donde se van alternando chorros a distintas temperaturas. El caso más extremo sería el cubo de agua fría.
Estas alternancias son muy eficaces y recomendables en el tratamiento de procesos inflamatorios localizados, sobre todo de las articulaciones.
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El contraste de aguas es una técnica accesible y efectiva que puede mejorar tanto la salud física como mental. Desde la mejora en la circulación hasta la reducción del dolor muscular y el estrés, esta terapia ofrece una amplia gama de beneficios que pueden ser aprovechados por cualquier persona. Sin embargo, es importante practicarla de manera segura y, si es necesario, bajo la supervisión de un profesional.
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