La increíble historia del origen de los Spas

¿Alguna vez te has preguntado de dónde vienen los spas y por qué están tan ligados al bienestar y la relajación? Hoy en día, cuando pensamos en un spa, lo asociamos con un espacio de desconexión, tratamientos exclusivos, aguas termales y rituales pensados para cuidar cuerpo y mente. Pero detrás de esta experiencia moderna hay una historia fascinante que se remonta a miles de años atrás.

El origen de los spas está profundamente ligado al uso terapéutico del agua, una práctica que ya era habitual en civilizaciones antiguas como la romana, la griega o la japonesa. Para estas culturas, el agua no solo era símbolo de limpieza, sino también de salud, espiritualidad y vida social. Lo que hoy disfrutamos como un capricho o un regalo ocasional, fue en su día parte esencial de la vida cotidiana y una herramienta clave en la medicina tradicional.

Si alguna vez te has preguntando por el origen de los spas o simplemente por qué los spas se llaman así y quieres saber cómo surgieron, has llegado al lugar indicado. Es cierto que, realmente nadie lo sabe con total certeza, pero sí existen dos teorías muy interesantes que vamos a ver a continuación. A través de este artículo vamos a sumergirnos en el pasado para descubrir cómo surgieron los primeros spas, qué significado tenían en sus inicios y cómo han evolucionado hasta convertirse en los templos del bienestar que conocemos hoy. Porque para entender por qué nos sentimos tan bien al salir de un spa, quizá primero debamos entender de dónde viene esa tradición milenaria.

Hombre bañándose en el exterior

Origen de la palabra Spa: Salus per Aquam

Antes de adentrarnos en la historia concreta de los balnearios y su evolución a lo largo del tiempo, merece la pena detenerse un momento en la propia palabra spa para conocer su origen.. ¿De dónde viene este término que hoy usamos con tanta naturalidad? ¿Cuál es el origen de la palabra spa? Aunque parezca moderno, lo cierto es que su origen está envuelto en varias teorías y curiosidades lingüísticas que nos llevan, una vez más, al corazón de Europa y al poder curativo del agua.

Se dice que las letras que componen la palabra “spa” serían en realidad las siglas de la frase latina “Salus per Aquam, que significa literalmente «salud a través del agua», y que habría dado lugar al acrónimo SPA. Aunque también se cree que podría venir de la palabra “Spagere”, que en latín significa rociar o humedecer.

Una de las explicaciones más extendidas sitúa el nacimiento de la palabra spa en Bélgica, concretamente en la ciudad de Spa, conocida desde la época romana por sus manantiales de aguas termales con propiedades curativas. Sea cual sea la teoría más acertada, todas coinciden en un punto esencial: desde sus raíces, este concepto ha estado íntimamente ligado al bienestar físico y al poder sanador del agua.

Y es que, independientemente de su origen, los romanos fueron una de las primeras civilizaciones en ser conscientes del poder curativo y relajante del agua. Tal es así que las legiones de soldados solían acudir a los baños de aguas termales (llamados Aquae) para curarse las heridas sufridas durante las batallas, pero también para relajarse e incluso para buscar la eterna juventud.

Spa, la ciudad de Bélgica famosa por sus aguas termales

Ciudad de Spa en Bélgica

Vista de la Fuente del Casino de Spa (la ciudad del agua) en Bélgica. Jean-Pol GRANDMONT

Tal y como indicamos anteriormente, existe una teoría que dice que la ciudad belga de Spa, conocida desde el siglo XIV por sus beneficiosas aguas termales, podría dar nombre también a estos espacios. De hecho, en el idioma valón (el que se habla en esa zona), la palabra “espa” significa fuente.

Es cierto que, para entender el verdadero origen del concepto spa, no podemos pasar por alto un pequeño rincón de Europa que lleva siglos vinculado al poder curativo del agua: la ciudad de Spa, en Bélgica. Este encantador municipio, enclavado en la región de Valonia, no solo dio nombre a una práctica de bienestar extendida por todo el mundo, sino que también fue uno de los primeros destinos termales reconocidos por sus propiedades medicinales.

Ya en tiempos del Imperio Romano, los manantiales de Spa eran conocidos por sus virtudes terapéuticas, atrayendo a viajeros en busca de alivio para distintas dolencias. Con el paso de los siglos, la ciudad se convirtió en un punto de encuentro para aristócratas, intelectuales y personas de la alta sociedad europea, que acudían allí no solo para sanar, sino también para socializar y descansar en un entorno privilegiado. Así, Spa fue mucho más que un lugar con aguas termales: fue el germen de una cultura del bienestar que hoy sigue muy viva.

Ahora bien, ¿Desde cuándo existen los spas?

Los egipcios ya creían que el agua tenía poder curativo

Resulta realmente curioso que desde prácticamente los orígenes de la humanidad, hemos sentido la necesidad de utilizar el agua con fines terapéuticos. Mucho antes de que la palabra spa existiera como tal, algunas de las civilizaciones más antiguas ya atribuían al agua propiedades curativas, físicas y espirituales. Los egipcios, pioneros en prácticas de medicina, cosmética y bienestar, fueron también de los primeros en considerar el agua como una fuente de salud y purificación.

En el antiguo Egipto, los baños no solo eran una cuestión de higiene, sino también de conexión con lo divino. El agua del Nilo se consideraba sagrada, y se usaba en rituales de purificación, tratamientos con aceites esenciales y mezclas herbales que formaban parte de los cuidados tanto médicos como estéticos. Incluso en sus tumbas y papiros, aparecen referencias al uso del agua como herramienta de curación, mostrando que la cultura del bienestar tiene raíces verdaderamente milenarias.

Así, los antiguos egipcios, fenicios, hebreos o israelitas utilizaban el agua para asearse pero también para purificar cuerpo y alma a través de diferentes rituales. Sin embargo, quizás los griegos fueron los primeros en ver el agua como un elemento curativo e incluso lúdico.

Hipócrates, el primer médico conocido de la Historia

Avanzando en el tiempo y cruzando el Mediterráneo, nos encontramos con una figura clave en la historia de la medicina: Hipócrates de Cos. Considerado el padre de la medicina moderna, este médico griego del siglo V a.C. no solo dejó una huella indeleble en el arte de curar, sino que también fue uno de los primeros en destacar los beneficios terapéuticos del agua.

Para Hipócrates, el equilibrio del cuerpo y la mente era fundamental para la salud, y el agua jugaba un papel esencial en ese proceso. Recomendaba baños calientes y fríos para tratar diversas dolencias, creía en el poder desintoxicante de los baños de vapor, y defendía el uso del agua como parte de una medicina preventiva. Sus enseñanzas marcaron el inicio de una tradición que vinculaba de forma directa el cuidado del cuerpo con el entorno natural.

Hipócrates (nacido en Grecia hace casi 2500 años) fue conocido por su frase “Que tu alimento sea tu única medicina”, ya que dedicó una buena parte de su obra escrita a:

  • Analizar las propiedades químicas del agua.
  • Describir los problemas higiénicos que conlleva el uso del agua.
  • Analizar los efectos de los contrastes del agua fría y caliente en el cuerpo humano.

Por si esto fuera poco, estableció que toda enfermedad se debe a un desequilibrio de los fluidos internos del cuerpo y que para curar las enfermedades era imprescindible hacer un cambio de hábitos que incluyera:

  • El uso de baños de aguas termales
  • Sudar para expulsar toxinas
  • Caminar
  • Recibir masajes

¿No es increíble? ¡Hace más de 2500 años ya se conocían las propiedades terapéuticas del agua!

Gimnasios con Spas en la época de los griegos

¿Te parece que los gimnasios con spa son sitios modernos? Pues resulta que no. Los griegos ya tenían gymnos (que, por cierto, significa “desnudo”) unos espacios en los que los atletas se entrenaban para competir públicamente.

La Antigua Grecia no solo fue cuna de la filosofía, la política o el arte, sino también de una forma integral de entender el bienestar. En su cultura, el cuidado físico, mental y espiritual formaba parte de un mismo ideal, y por eso no es de extrañar que los gimnasios de la época incluyeran también espacios dedicados al baño y la relajación, una especie de antecesores de los actuales spas.

Estos gimnasios eran auténticos centros de formación y encuentro, donde se practicaba ejercicio físico, se debatía sobre temas filosóficos y, al final de la jornada, se recurría al agua como elemento regenerador. Baños fríos, calientes y de vapor se combinaban con masajes con aceites naturales, en un ritual que no solo fortalecía el cuerpo, sino que buscaba también la armonía interior. Además, se cree que podría haber masajistas que realizaban tratamientos con aceite para calmar los dolores de los atletas.

Baños termales en la Grecia clásica

Al margen de los gimnasios con spa, por así decirlo, también existían en la Grecia clásica baños termales en los que relajarse. Tenían forma circular y disponían de agua caliente a través de un sistema de calentamiento bastante sencillo que consistía en el uso de braseros. Estos calentadores hacían que el agua produjera unos vapores muy beneficiosos para la salud. Los calentadores eran, de hecho, termos que calentaban el agua, de ahí que progresivamente empezaran a conocerse, ya durante la época romana como termas, que es una palabra que se sigue utilizando hoy en día, complementariamente a la de spa o balneario.

Los griegos fueron grandes admiradores de los efectos del agua termal, y su uso estaba extendido tanto en espacios públicos como en retiros más privados. Sabían que ciertas aguas, por su temperatura y composición mineral, tenían efectos beneficiosos sobre la piel, los músculos y el ánimo, y no dudaban en aprovechar estos recursos naturales con fines curativos.

Los baños termales de la antigua Grecia eran recomendados para tratar enfermedades reumáticas, problemas respiratorios y trastornos del sistema nervioso. Además, el baño se concebía como un momento de calma, contemplación y encuentro social. No era raro que los ciudadanos acudieran a estos lugares no solo para aliviar dolencias, sino también para relajarse y conversar, anticipando lo que siglos después sería el alma del spa moderno.

Sin embargo, bañarse en estos lugares no estaba bien visto y, de hecho, se consideraba como algo lujurioso, ya que la verdadera limpieza debería conseguirse estrictamente a través del uso del agua fría.

Las termas romanas: los primeros spas

 

Si hubo una civilización que elevó el arte del baño a una institución social y cultural, esa fue sin duda la romana. Las termas romanas fueron mucho más que simples instalaciones para la higiene: eran auténticos centros de vida pública, diseñados para el bienestar físico, el ocio y la interacción social de los ciudadanos.

Estos complejos arquitectónicos contaban con distintas salas a diferentes temperaturas —el frigidarium (baño frío), el tepidarium (baño templado) y el caldarium (baño caliente)—, así como espacios para masajes, ejercicios físicos y hasta bibliotecas. Las termas estaban abiertas a todos los ciudadanos, y formaban parte del día a día romano. Para los romanos, el baño era sinónimo de salud, placer y civilización, una filosofía que ha sobrevivido, con sus adaptaciones, hasta nuestros días.

Hablando de termas, ¿sabías que las mayores termas de la historia tenían más de 100.000 metros cuadrados y una capacidad para más de 3000 personas? Se trata de las Termas de Diocleciano y se construyeron en Roma hace 1700 años. Por cierto, hoy en día las puedes visitar ya que se ha creado un museo en torno a ellas.

Al contrario de los griegos, los romanos no concebían el baño solamente como un ritual de higiene cotidiana, sino que le daban más importancia al poder del agua para permanecer jóvenes y bellos.

Por no hablar de la parte lúdica, ya que las termas eran lugares donde se acudía para socializar o incluso para encontrar el placer…  Aunque no deberías quedarte con la idea de que las termas eran lugares de perdición, ya que el objetivo principal era conservar el buen estado de salud.

¿Cómo eran las termas romanas?

La mayoría de las termas romanas tenían un circuito que podías recorrer según tus gustos o conveniencias.

Casi todas ellas disponían de:

  1. Vestuarios: en los que los bañistas podían dejar su ropa y sus pertenencias que normalmente vigilaban los esclavos.
  2. Sala de temperatura tibia: que preparaba al bañista para los contrastes de temperatura entre el agua fría y la caliente.
  3. Baño de agua caliente: era la habitación más importante y tenía una pila, una bañera e incluso una piscina, en el caso de las termas más grandes.
  4. Sauna: es decir, una sala de calor seco en el que se sudaba para purificar y limpiar el cuerpo.
  5. Baños de vapor: similar a la sauna y con la misma finalidad.
  6. Piscina para nadar: podía ser exterior. No todas las termas lo tenían porque era algo muy costoso de mantener.
  7. Gimnasio: se llamaba Palestra, tal y como ocurría con los griegos, era el lugar dedicado a realizar ejercicios.
  8. Tiendas: en las que se vendían bebidas y alimentos.
  9. Salas de reuniones, bibliotecas y mucho más: no sólo se trata de cuidar el cuerpo sino que los romanos también eran conscientes de que era imprescindible cultivarse en las artes y las ciencias.

¿Quieres saber más sobre las termas romanas? Te recomiendo que leas estos dos artículos:

En un próximo artículo seguiremos conociendo la interesante historia de los spas a partir del siglo XIX. No te lo pierdas porque va a ser muy interesante. Hasta entonces, no dejes de acudir de tu spa favorito para relajarte, descansar, desconectar, rejuvenecer, sentirte sano o simplemente para divertirte.

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¡Nos vemos en el spa!

Acerca del autor:

Interesado en la salud y el bienestar. Estoy en la búsqueda constante de recursos que permitan a las personas llevar una vida más sana y llena de significado.
  • Daisy

    Por favor me pasan algunos Links o biografías de las fuentes de donde obtuvieron las historias…gracias